Nunca me gustó el Auditorio de San Lorenzo del Escorial. La prueba de lo que digo es que escribí hace tiempo sobre la sensación espacial que me causó verlo un día desde la carretera de Galapagar antes de llegar al pantano de Valmayor.
“Cuando te alejas y ves las cosas con la perspectiva del tiempo y de su conocimiento, te asaltan todo tipo de pensamientos sobre aquello que estás viendo. Eso me ocurrió cuando, viniendo de Madrid, al contemplar desde lejos la vista de San Lorenzo, se me ponían las carnes de gallina al ver ese cubo de Rubik -el Auditorio- junto a las torres del Monasterio y su preciosa y movida fachada occidental con sus volúmenes de granito y su cimborrio dominándola. La había visto cientos de veces pero no había reparado en ella y en ese cubo teatral cuyo proyecto en planta nació alrededor de un pinsapo que hubo que recalzar con hormigón para su posterior mantenimiento, gracias a los “sabios consejos” de los ecologistas. Pero éstos no se enteraron y no dijeron esta boca es mía, cuando todo el interior, suelos, paredes y techos se decoraron con maderas exóticas y resistentes traídas de distintos puntos del orbe. ¿Cuántos árboles se talarían para hacer esta obra? Me figuro que muchos, pero los progres ecologistas no han dicho nada sobre el particular y en cambio ahí está el pinsapo hasta que sus raíces se las coma el hormigón”.
Desde el principio fue una obra complicada. Problemas con los propietarios de los terrenos; problemas con la roca encontrada al realizar el vaciado y con los ecologistas que querían mantener a toda costa un pinsapo, eje central del proyecto; con los vecinos de San Lorenzo que no lo visualizaban en el entorno y en general con los que lo consideraron una “gallardonada” producto de su faraónica megalomanía. Un macroteatro de dos salas, capaz de albergar a 1.500 espectadores, el 10 % de la población escurialense, cuyo presupuesto pasó de los 30 millones previstos a los 40 millones del coste de la obra, más 25 millones de equipamiento.
Se creía que el Auditorio daría mayor vida a San Lorenzo y a su entorno, pero fallaron los cálculos más precisos. Su programación se ha reducido al mínimo, prácticamente al Festival de Verano. Tampoco la gente se quedaba a dormir ni a cenar en el pueblo, como se decía para su justificación, dados los horarios y la cercanía a Madrid.
Ahora aparece la noticia de que la Comunidad de Madrid ha sido condenada por el Tribunal Supremo, a pagar 30,4 millones a los dueños de los terrenos, en lugar de los 1,9 que ofrecía la Comunidad, que hay que sumar a los 65 millones del costo del edificio y de su equipamiento. Además deberá pagar los intereses legales desde que se iniciara la obra con lo que el coste total se acercará a los 40 millones. Es decir el Auditorio de la Música que quería emular a Salzburgo y ahora con una actividad mínima, costará a las arcas madrileñas, es decir a todos nosotros, la nada despreciable cantidad de105 millones de euros.
Me figuro que ahora los responsables de tal situación se estarán preguntando ¿Qué hacemos con tan mamotreto arquitectónico y cultural?
Estimado Jesús, me decido por primera vez a enviarte un comentario, ya que te sigo desde hace tiempo y hasta ahora nunca me había sentido tan «afectado» por una actuación tan disparatada. Y es que, viendo la foto que insertas, es evidente que es el clarísimo ejemplo de que «…más vale una imagen que mil palabras…».
Desde pequeños (hace ya más de 45 años)todos los veranos entrábamos en los jardines de las finca en que está construído,para podar parte de la hiedra que, salvaje por el estado de abandono en que se encontraba la finca, iba avanzando año tras año ocultando cada vez más lo que, ya con bastante imaginación, dejaba entrever lo que sin duda había sido un precioso jardín, con fuentes, escaleras espectaculares de piedra e incluso unas pequeñas casas que contenían unos baños turcos de mármol blanco que nos dejaban alucinados porque nunca habíamos visto nada parecido… Con esa hiedra engalanábamos la carreta de bueyes con la que mi familia participa en la romería de la Virgen de Gracia en el mes de septiembre de cada año.
Pues bien, recuerdo que mis padres, al solicitar el permiso para acceder a la finca, siempre nos recordaban, con pena, la historia de ésta, que, sin profundizar mucho, era que al fallecer sin descendencia un conocido personaje de principios del siglo pasado, dejó en donación la finca a los hermanos de San Juan de Dios, concretamente al Asilo de San Rafael, con la condición de que la utilizaran con finalidad benéfica. Por las circunstancias que fueren, ésta Orden no tuvo interés, o medios, o lo que fuere para darle dicha finalidad y así, poco a poco, cayó en el más absoluto abandono, de manera que la grandiosa casa-palacio que contenía se fue deshaciendo al venirse abajo el tejado en algunas zonas.
Pues bien; a lo que voy, me gustaría que alguien fuera capaz de tirar del hilo hacia atrás, ya que en los años ’90, el Grupo Euroforum consiguió comprarselo, formalizándolo de alguna manera que «burlase» la cláusula citada, y por lo que he podido leer, al poco tiempo ya había proyectada una urbanización. De lo que sí estoy seguro es que los Hermanos de San Juan de Dios no recibieron por ello ni muchísimo menos las enormes cantidades de las que en las sentencias que se han dictado se está hablando. ¡Que pena…!
Sin más, un saludo cordial de un gurriato