Tenemos una ministra de Defensa, nada menos que la responsable de la defensa militar de España, que además de ser roja y levantar el puño en los mítines, es, a parte de fea, independentista catalana y antimonárquica. Me recuerda cuando Felipe González nombró ministra a una señora tartaja, Rosa Conde creo que se llamaba, como Portavoz del Gobierno. Una equivocación magistral.
Hace pocos días la ministra Chacón ha prohibido mediante un simple decreto, la celebración de la Misa en la entrega de despachos militares en las Academias de tierra, mar y aire. El que quiera Misa que la celebre en un lugar distinto de la Academia y fuera de los actos oficiales del día de entrega de despachos. Además se prohiben los funerales religiosos a los militares caídos en actos de servicio en guerra o por el terrorismo. Si la familia quiere una misa pues que la celebren otro día y la paguen de sus bolsillos ya que los funerales de Estado serán sin símbolos religiosos quizás con la música del Viva España de Manolo Escobar tocada por la banda del Ministerio del Ejército.
La ministra (que escribo con minúscula para adecuarme más a su bajeza), sigue fielmente las directrices de su jefe Zapatero, directrices que cada vez se van pareciendo con más claridad a las directrices masónicas. Sólo les falta llevar una insignia en la solapa con el compás abierto del símbolo masónico.
Ahora ha tocado la prohibición mediante decreto a que los cadetes de la Academia de Infantería de Toledo rindan honores al Santísimo el día del Corpus y que la banda de música toque el himno nacional. Siempre eran militares voluntarios los que hasta el año pasado desfilaban y rendían honores y según parece este año se han triplicado. ¿Les extraña los abucheos a la ministra en Badajoz el pasado Día de las Fuerzas Armadas? También se prohíbe que el Tercio de la Legión recoja y acompañe al Cristo de la Buena Muerte, también llamado Cristo de Mena o de la Legión, en el puerto de Málaga, acto que no se pierden ni los ateos malagueños durante la Semana Santa. Recomiendo a la ministra que se de una vuelta por Toledo el día del Corpus o por Málaga en su Semana Santa para ver como la quieren en estos dos sitios.
Las tradiciones católicas de las fuerzas Armadas deberían ser un duro queso de roer. Hasta ahora se habían atrevido a quitar el despacho de Moscardó del Museo del Ejército de Toledo; a quitar las fotos de los laureados; las estatuas de Franco; los escudos franquistas; las placas conmemorativas y todo ello en su afán de reinventar la Historia y que no aparezcan por ningún lado los vencedores de la Guerra. Pero romper la tradición religiosa de los militares y los sentimientos hacia la Inmaculada Concepción, la Virgen de Loreto o la Virgen del Carmen desde el ateismo imperante, eso seguro que no lo conseguirán. No se dan cuenta que la mayoría de los militares son católicos y los que no lo son, tampoco lo consentirían. La Misa en los funerales es consustancial con la entrega de la propia vida por un soldado y lo es también con la disciplina militar que juraron en la entrega de despachos en la Academias militares. La Misa es un acercamiento a Dios del alma del soldado, sea católico, crea o no. Si les hubiésemos podido preguntar, el 99% había pedido una Misa en su funeral. Sra. ministra, deja la Misa en paz y no la quites de la entrega de despachos ni de los funerales pues no hace daño a nadie y sirve de recogimiento, recuerdo y oración por los militares muertos.
En cuanto a rendir honores al Santísimo, es una cuestión de respeto a todo lo que significa para la gente que asiste a la celebración del día del Corpus y además es una tradición para los militares de la Academia de Infantería de Toledo, para los toledanos y en general para todos los cristianos. Es un ataque frontal a las tradiciones y de aquí la indignación de los castellano-manchegos. ¿Pero por que callan los militares? No es un problema de disciplina y obediencia porque éstas tienen límite. Hasta ahora sólo se oye su silencio, si eso fuera posible pero no vendría mal que abrieran la boca o hicieran algo por arreglar tamaño desaguisado de la ministra y de su jefe que han roto de un plumazo con 9 siglos de tradición cristiana y militar.