Mis juegos en el Colegio eran similares a los que los chicos de mi edad jugaban en la calle. En el mío además de a “pídola”, a “prusia”, al guá, y a “policías y ladrones” los más solicitados eran las bolas y las chapas. En el juego de las bolas lo importante era llegar a final de temporada con la bolsa llena. Llenar la bolsa de tela, que nos hacía nuestra madre, con la que iniciábamos la temporada, de bolas de cristal y de “bolones” que eran grandes bolas de cristal de colores, era nuestro fin. El juego tenía sus complicadas reglas que cumplíamos y acatábamos todos.
El juego de las chapas tenía varias modalidades según el tipo de carretera que construyéramos. Pero el que “molaba” más, al menos en mi época, era la Vuelta ciclista con chapas.
La organización de las chapas con sus corredores ciclistas incluso con sus fotografías era fundamental para el éxito en la carrera. También era importante su estado pues cuánto más lisas y menos peso, mejor se deslizaban por la carretera de tierra. Recuerdo que las de “Cinzano” y las de alguna cerveza eran las más cotizadas.
En mis primeros años de colegio no existía televisión. La primera retrasmisión oficial fue el 28 de octubre de 1.956, con la retrasmisión de una misa, discursos oficiales, varios NODOS y los consabidos bailes regionales. Por lo tanto no veíamos el Tour, el Giro ni la Vuelta a España por la tele como se hace ahora y teníamos que ingeniarnos en buscar las fotos en los cromos o en los periódicos deportivos como el Marca, que sí existía.
A las chapas les quitábamos el corcho, le recortábamos y colocábamos la foto rodeada por el corcho a modo de marco. Algunos utilizaban cera pero pesaban más y perdían las carreras. Allí aparecía Bahamontes, Loroño, Anquetil, Fausto Coppi, Louison Bobet o Gimondi y ya el 1.959 Barrutia, Berrendero o Van Looy. Mi equipo favorito era el Faema.
La Vuelta a España nació en 1.935 y este año se cumple la 66 edición incluyendo, después de 17 años, que discurra por el País Vasco. Dos etapas en suelo vasco, Noja-Bilbao y Bilbao-Vitoria intentan conseguir la normalización que pretende el lendakari junto al PP vasco.
Entonces aparecen los radicales de Bildu e incluyen a la Vuelta ciclista como uno de los objetivos contra la “patria vasca” y a la que hay que hacer frente y convertirla en “el marco para la reivindicación y defensa de la nación vasca”. Toda una declaración etarra-batasuna.
Además han anunciado un manifiesto al que pretenden que se adhieran otras organizaciones independentistas. Uno de los encargados de su lectura fue el ciclista Unai Etxebarría que como ciclista del Euskaltel Euskadi, ganó una etapa en la Vuelta a España del 2.003. ¿Qué coño hacía este tío corriendo la Vuelta a España a la que no quiere que pase por su tierra? Como les ha recomendado Basagoiti que “por sus pesadillas rojigualdas se tomen un valiun”.
Anecdótico es que mientras participa el equipo Eukastel de Euskadi en la Ronda española, no pueda entrar en su tierra o tenga que soportar agresiones o pinchazos por los clavos que echen sobre el asfalto, como ya lo hicieron en ediciones pasadas.
Mientras muchos pueblos y ciudades pagan dinero para que la Vuelta termine o inicie alguna etapa en ellos por los beneficios que generan, estos retrógrados cavernícolas, incluyen el boicot a la Vuelta entre sus objetivos fascistas como lo han hecho con la oposición al AVE o a cualquier obra importante de infraestructura. Quieren convertir al País Vasco en un gueto donde y sólo ellos manden y vivan como en la Edad Media.
Entre estos pueblos que desean que una etapa de la Vuelta pase o termine en él, está San Lorenzo del Escorial que aunque la ha visto pasar varios años incluyendo la subida a Abantos, tendrá este año un final de etapa inédito en la Vuelta. El día 27 de agosto la etapa de Talavera a San Lorenzo de 177 kilómetros será una etapa con final inédito en la Vuelta. Otras como Totana, Noja, Estación de Montaña de Manzanera o Lagos de Somiedo querían tener una etapa y lo han conseguido siendo también inéditas este año. Lo siento por los vascos.