La Galería de Convalecientes

Siempre que paseo y recreo la vista por el Monasterio lo veo distinto y descubro cosas nuevas. Cualquier visión de hoy es distinta a la de mañana, cambiante siempre porque depende del día, de la luz y hasta del estado anímico del momento. Miraba la fachada del mediodía mientras el sol iluminaba la Galería de Convalecientes y la veía distinta a como la recordaba y muy distinta también a las otras tres.

Las cuatro fachadas del Monasterio son hermanas del mismo estilo aunque cada una tiene un hechizo y gracia especial. La del norte de 162 metros es la más sencilla de líneas y encerrada en sí misma, con el menor número de huecos al exterior por su orientación y el extremado clima que debe resistir. La del Oeste la más noble con la puerta principal llamada de la Vida y de la Muerte por la que unas veces da entrada a felices celebraciones y en otras ocasiones, a personajes reales que nunca volverán a salir por ella. La oriental serpenteando entre volúmenes y jardines es para mi una de las más bellas por el juego de volúmenes y donde el estilo herreriano se hace más sutil. Quizás la de mediodía con su zócalo de verdes jardines, es la más bella y lo es precisamente por La Galería de Convalecientes, por el Jardín de los Frailes, por esa tranquila huerta donde maduran los frutos y por la tranquila lámina de agua en la que se mira la Galería reflejándose entre los cisnes.

De todas las edificaciones dentro de la gran fábrica, la Galería y el patio de los Mascarones son elementos de una gracia especial que rompe con la seriedad y solidez del edificio principal. El patio tiene el encanto de un oasis en medio del desierto pétreo. Oasis de silencio sólo roto por el agua que fluye de los mascarones. Uno de los más pequeños de los 16 patios del Palacio. Arquería dórica en la planta baja con corredor y pilastras enmarcando los huecos de los dos pisos superiores conforman esta espléndida obra que con la Galería de Convalecientes son dos pequeñas obras de arte dentro del conjunto.

Entre las muchas cosas que el Rey tenía previstas para su Monasterio, (Iglesia, Residencia, Panteón, Convento, Colegio, Biblioteca, Botica) también previó la existencia de una Enfermería como complemento de los servicios hospitalarios para los monjes y cuyas dependencias se situarían alrededor del claustro. De esta idea nace la Galería de Convalecientes- “Corredor del Sol”- como lo llamó Juan de Herrera, contigua a la enfermería de los frailes. Su uso para la convalecencia de los enfermos dada su orientación, templados aires del mediodía y maravillosas vistas eran el complemento ideal para la mejora de los frailes enfermos.

Edificio exento del principal que se adapta a él en ángulo recto con la fachada. Es una delicia arquitectónica aunque a veces de la impresión de que no se corresponde con la pesadez de las fachadas.

Se ignora a quién se debe sus trazas, si bien como afirma López Gajate, en 1.564 Juan Bautista de Toledo se encuentra preparando “el nexo a lo que será los corredores del sol”. La Botica se comunica a su vez, con la Compaña a través de una galería elevada sobre los arcos de la Lonja.

La Galería de Convalecientes se concibió como una estructura independiente del cuadro general para favorecer el aislamiento de los enfermos en caso de epidemias.

La planta noble de la Galería es de estilo jónico, con balaustrada y antepechos de piedra, rematada con alquitrabe, friso y cornisa con dentellones.

La Galería es una arquitectura hueca, sutil y armoniosa que deja ver la risueña huerta y el inmenso horizonte que en su día sólo se rompía con los robles, olivos y árboles frutales. Ya me gustaría que a los nuevos hospitales de la Seguridad Social que se están construyendo se les obligara incluir en el proyecto, una galería de convalecientes como la del Monasterio. Seguro que los enfermos sanarían mucho antes.

 

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