Hoy el título que debería haber utilizado sería algo parecido a “Triunfo histórico” “Rajoy arrolla” “El PSOE se hunde” o “El PP arrasa” pero he preferido dar al Editorial un título realista y más ajustado al tiempo que estamos viviendo.
Las urnas han confirmado las encuestas. Mariano Rajoy ha ganado las elecciones por mayoría absoluta y el PP ha pintado de azul todo el territorio nacional con excepción de la ciudad de Sevilla y de las ciudades de Vascongadas y Cataluña. Pero ahora a partir del lunes día 21 comienza lo peor para un Mariano Rajoy que ha obtenido una mayoría absoluta mezcla de esperanza en un futuro mejor y sobre todo de intentar olvidar los años anteriores de la era Zapatero. Después de la euforia y de la fiesta del balcón de Génova viene enfrentarse a la cruda realidad. La realidad de un país destrozado, desmoralizado y desorientado por no saber lo que va a ocurrir a partir del 20-N.
Los sindicatos e IU ya se lo han anunciado. Nada de recortes sociales o todos a la calle. Ni un solo día de respiro van a dejar a Rajoy y no digamos esperar cien días que es lo que se concede a todo estadista que llega al poder. Ni uno ni mucho menos cien días de respiro le van a conceder. De ellos no va a obtener nada a no ser que ponga lo que hay poner encima de la mesa y les diga que ya está bien de mamandurrias, de financiación y de liberados. Que la reforma laboral se tiene que hacer con ellos o sin ellos nadie lo pone en duda y que se hace por consenso o por decreto ley, tan utilizado por los socialistas.
Mariano Rajoy se va a encontrar con unos Presupuestos sin prorrogar, es decir sin presupuesto para el 2.012, algo que va a generar malestar y miedo en los ayuntamientos y Comunidades Autónomas que no van a saber cuánto van a recibir y cuánto podrán gastar.
La previsión de crecimiento para este año 2.011 no se va a cumplir. El déficit público fijado en el 6% tampoco se va cumplir (ya lo han anunciado desde Economía). Estos dos parámetros unidos al de las facturas que se encuentren debajo de las alfombras y quien dice facturas dice compromisos adquiridos y subvenciones que se han trasladado a 2.012 y que corresponden a años anteriores, va a depender lo que haga o pueda hacer Rajoy.
Mariano Rajoy ha llegado a la Moncloa en el peor momento. Lo sabía y se ha lanzado a la arena como un camicace con muchas bombas de relojería alrededor a punto de estallar. Quizás, por otro lado, las cosas deben estar muy mal para que tengan arreglo.
Mariano se juega muchas cosas en esta Legislatura. Tendrá que tomar decisiones muy duras para recortar un estado del bienestar que no podemos pagar. Tendrá que lidiar con mucha gente que cree que le han votado para mejorar las cosas y no para que empeoren. Pero no nos engañemos; las cosas deben ir a peor antes de que empiecen a mejorar.
El 20% de paro, la economía por los suelos, el déficit público desbocado, la deuda nacional en máximos históricos y la reforma de las entidades financieras será con la reforma de la Legislación laboral, la Educación y la Sanidad los primeros problemas a abordar. Todo ello aderezado con la reforma de las competencias de las Comunidades Autónomas que en muchos casos están duplicadas.
Después habría que preguntarle que va a hacer con Bildu, Amaiur y ETA; con la actual Ley del Aborto que ha prometido modificarla; con la Ley del matrimonio homosexual recurrida, como la anterior, al Tribunal Constitucional y con la Ley Pajín del tabaco. También habrá que preguntarle que va hacer con los impuestos, las hipotecas y las pensiones; con el 15-M y con los okupas; con la guerra en Afganistán y de paso con nuestro Ejército, hoy convertido en una ONG de caqui.
No sé si se ha dado cuenta Rajoy que la crisis ha tumbado gobiernos de derechas y de izquierdas. Salir de ella no depende del color político del partido que gobierna sino de la gestión y administración de los recursos que cada país dispone y la forma de incrementarlos.
Para Mariano Rajoy mañana será tarde para aplicar las reformas y el nuevo Gobierno se verá obligado a hacer, sin perder un minuto, lo que Zapatero y su Gobierno no ha hecho en ocho años. Tendrá que tomar medidas impopulares y las tendrá que tomar con total rapidez y sin que le tiemble ni un músculo, pese a quién pese. Se va a enfrentar a retos transcendentales para los años venideros, retos que algunos de ellos van a causarle grandes y continuos dolores de cabeza como el tema de ETA, la política fiscal y la deuda pública.
El triunfo de Rajoy tiene una pesada carga de responsabilidad que tendrá que llevar durante mucho tiempo y hasta que el cuerpo aguante. Ahora llega la hora de hablar claro a los españoles y de contarles de forma transparente la cruda realidad. Los que le han votado lo han hecho porque creen que sólo el PP puede sacarnos del pozo y no quieren oír hablar más de la herencia que nos han dejado, herencia que ya conocemos y que deberemos repartir entre todos.
Quizás este triunfo tranquilizará a los mercados y la deuda podrá contenerse, pero el primer día después, el mismo lunes 21, la Bolsa ha dado signos de todo lo contrario bajando el Ibex y subiendo la prima de riesgo. Esto nos demuestra la complejidad de la situación y que ni una mayoría absoluta que dará estabilidad a un nuevo Gobierno, es capaz de tranquilizar a los tiburones financieros.
De todo lo que Rajoy dijo en un largo discurso como “presidente”, la noche que ganó las elecciones me quedo con “España es una gran nación y no habrá sectarismo, ni rencillas pequeñas, ni divisiones artificiales por lo que pido el esfuerzo solidario de todos y para todos”. Es un gran programa aunque difícil de aplicar en la actualidad con la herencia dejada.
Demos a Rajoy lo que es de Rajoy y pidamos para que la pesada carga de este éxito no se dilapide en cosas superfluas y se vaya directamente al meollo de la cuestión que nos preocupa.