Tenía la mente espesa y casi encallecida por este caluroso y aburrido verano. Me fui a pasear al jardín de la Casita de Abajo a ver si se me pasaba la empanada agosteña y ver si alguna musa mañanera, me ayudaba a encontrar el tema de mi colaboración para la Gaceta Escurialense. Con voz muy bajita, una musa vestida de serrana me dijo, casi susurrándome al oído: ¿por qué no escribes sobre esta maravilla de paraje que tienes delante?
Miré alrededor y me puse a hacer caso a mi musa serrana. Inicié el paseo pero con la atención puesta en ver aquello en lo que nunca me había fijado en mis anteriores paseos hechos sin ningún interés didáctico.
Lo primero que observé fue la preciosa paleta de colores de la arboleda que se ciñe a la inmensa gama de verdes y sienas naturales y tostados de los troncos de los árboles y la sequedad de la hierba y me convertí en pintor imaginario para plasmar tanta belleza.
Empecé admirando, junto a la entrada, los pinos de alto porte que elevan sus copas por encima de otras especies arbóreas, para, ascendiendo hacia el cielo, ver la luz que de otro modo la taparían sus vecinos árboles frondosos.
Caminando por el Paseo de la Cruz llegas al crucero, cruz labrada en piedra granítica de gran tamaño elevada sobre una inmensa roca de forma cónica que soporta la preciosa cruz escondida entre árboles y arbustos y que debería salir más a la luz. En su basa cuatro parrillas labradas. Se supone que sería una cruz de separación de términos y utilizada desde siempre como estación de procesiones y humilladero. Se levanta en 1.606, en sustitución de otra de madera y que, según se recoge en el Acuerdo del Concejo, costó 50 ducados pagados a un tal Gonzalo Heras por su construcción y colocación
Los castaños jóvenes plantados hace poco, conviven con sus mayores de porte majestuoso y que a su lado parecen anoréxicos.
Paseando he visto junto a la cafetería, un arbusto de acebo arropado junto a un árbol, como anunciando la Navidad, con el precioso color verde oscuro de su hoja lustrosa y con espinas en su margen, quizás para que lo respeten y nadie lo toque. Todavía sin sus flores blancas y rojos frutos.
Comienzo a recorrer todos los paseos de que consta el parque y así conozco el Paseo de los Plátanos, el Paseo de los Lilos, el Paseo de los Tilos, recién plantados y con sus trajes de cañas y erguidos ayudados por dos muletas de madera; el Paseo de los Pinos con sus hermosos pinos piñoneros; el de la Estufa con preciosos pinos piñoneros, árboles del amor y carpes; el Paseo los Nogales, el de los Mascarones con acacias a ambos lados, el Paseo de Vaquería, con plátanos de sombra y el Paseo del Vivero instalación que existe para repoblar de plantas y árboles los jardines del parque y la Casita.
Los paseos siguen el esquema urbanístico borbónicos, radiales o en abanico, rigurosamente estructurado según un trazado regulador apoyado en la geometría de la propia parcela. (*)
Inicio el Paseo del Obregón y al fondo entre maleza y terreno virgen, algo escondida, aparece una pequeña construcción, parecida a una ermita, de una sola estancia y con dos mesas de granito redondas, semejantes a piedras de molino, y varios taburetes también de piedra berroqueña. La cubierta en lugar de pizarra está construida a base de losas de granito escalonadas, cosa que constructivamente, me ha impresionado. Era un Arca de agua erigida para abastecimiento de la Casita del Príncipe y sus jardines.
A medida que vas ascendiendo hacia San Lorenzo, nos va apareciendo majestuoso el Cimborrio, la torre de las Damas y así poco a poco va emergiendo el Monasterio entre los árboles del parque de la Casita.
La parcela donde se sitúan el parque, los jardines y las edificaciones de la Casita del Príncipe, está segregada de la dehesa de la Herrería y tiene una superficie de 47 Has. de ellas 43 dedicadas al parque del que nos hemos ocupado.
Todo lo escrito con ser de gran valor, no lo sería tanto sin la Casita o Casino del Príncipe y sus jardines de los que me ocuparé en otro momento.
Termino mi paseo invitando a mi musa serrana a un magnífico plato de setas en la cafetería restaurante.
Jesús Sáinz de los Terreros
(blogdejesus.com)
(*) Los datos históricos están recogidos del libro “Arquitectura y desarrollo urbano”
Tomo V editado por la Comunidad de Madrid)